
Cuenta la leyenda que su autor, el arquitecto danés Jørn Utzon, se inspiró en la corteza de una naranja al idear el diseño de la Casa de la Ópera de Sydney.
Al margen de lo exótico que pueda parecer su fuente inspiradora, lo cierto es que al presentar su propuesta al concurso para la construcción de dicho edificio, lo hizo saltándose las bases establecidas, presentando tan sólo un boceto del edificio sin la inclusión de sus dimensiones exactas. Sin embargo, debido a su espectacular y majestuoso diseño, Jørn Utzon ganó el mencionado concurso en 1957.
El edificio no se terminó hasta 1973 y fue su propio hijo el que estuvo a cargo de la finalización del mismo, ya que Jørn Utzon tuvo que abandonar tanto su obra inacabada como el país en 1966, debido a un cambio de gobierno que dio con la paralización de los pagos destinados a dicha obra.
Hoy es considerado uno de los edificios más emblemáticos del mundo.